Aprendiendo con Kanban en la vida real

 


Ser una organización ágil, como seguro muchos de ustedes ya lo saben, implica un marco cultural orientado a las personas, eso que algunos denominan el “agile mindset”, en el que, entre otras cosas, estamos dispuesto a experimentar, a probar, hasta encontrar soluciones que agreguen valor real a nuestros clientes, dándole la libertad a los miembros de nuestros equipos para crear.

Durante el último año estuve liderando dos iniciativas en las que introdujimos el sistema Kanban en un par de organizaciones, sé que algunos no lo consideran como una metodología ágil, sin embargo en ambos casos significó una disrupción en la manera en la que se venían haciendo las cosas y generó descubrimientos y aprendizajes importantes para la organización y sus equipos de trabajo.

Ambas experiencias fueron satisfactorias, pero, quiero contarles sobre la que resultó más compleja:

Diseñamos un sistema Kanban para una organización, en la que sus unidades se percibían como islas retrasando la entrega de proyectos, ocasionando pérdidas en la rentabilidad de la empresa y conflictos entre la directiva y el tren gerencial, como una alternativa para organizar y entender el trabajo, fomentar la comunicación entre las diferentes áreas de la organización, incentivar el trabajo en equipo, atender rápidamente las contingencias y poder medir el desempeño para encontrar espacios de mejora.

En el tablero representamos los procesos fundamentales y definimos un conjunto de ceremonias o reuniones en ciclos semanales para planificar, hacer seguimiento y un cierre y evaluación. La experiencia comenzó con mucho ánimo, durante las primeras semanas hubo participación activa, aprendizaje colectivo, el equipo comenzó a entender cuáles eran realmente sus capacidades para comprometerse, de manera realista, con el trabajo, empezamos a ver una mejor coordinación de acciones, colaboración y un sentido de camaradería entre los miembros del equipo.

Al pasar de los días fuimos depurando el tablero, incluyendo solo aquel trabajo relevante y que impactaba los objetivos estratégicos de la organización. Todo iba muy bien hasta que el director de la empresa comenzó a participar en las reuniones del equipo.

A partir de ese momento las reuniones, sobre todo las de cierre semanal, se convirtieron, a pesar de la intervención de quien facilitaba el proceso, en una especie de juicio en el que se buscaba a los culpables de no haber cumplido a tiempo o con la calidad esperada las tareas programadas y el tablero Kanban se transformó en una metáfora de un paredón de fusilamiento.

Como consecuencia el equipo comenzó a ver con recelo el proceso y a resistirse a participar en las reuniones y en algunos casos hasta se ocultó o disfrazó información para que pareciera más favorable de lo que realmente era, en pocas palabras, el proceso comenzó a degradarse originando un escenario totalmente opuesto al que nos habíamos propuesto alcanzar.  

¿Qué hicimos al respecto?

En primer lugar nos reunimos con el director de la empresa para hacerle notar el impacto que su actuación estaba teniendo en el equipo gerencial y en los resultados de la organización. Aunque no pudimos lograr del todo un cambio de actitud, al menos conseguimos que no participara, por ahora, en las reuniones y que confiara un poco más en su equipo.

Condujimos una reunión retrospectiva con el equipo gerencial en la que estos decidieron seguir llevando adelante el proceso, por la utilidad que había estado teniendo para ellos que sí evidenciaban mejoras en las maneras de hacer su trabajo. En este encuentro se generaron nuevos acuerdos dentro del equipo y se reflexionó sobre todo lo ocurrido y avanzado, individual y socialmente, durante poco más de un semestre de trabajo.

En cuanto a mí, como facilitador del proceso, esta experiencia me generó, inicialmente, un poco de frustración, honestamente confío en las herramientas con las que trabajo y en los resultados que una organización puede lograr con estas, pero, luego comprendí una vez más, que las expectativas que pueda tener sobre el desarrollo de este tipo de intervenciones son mías y debo saber cómo manejarlas en caso de que no se cumplan.

En algunas ocasiones quienes dirigen una organización declaran querer cambiar y emprenden iniciativas en este sentido, pero, con la intención real de “no cambiar”, lo que hace mucho más complejas transformaciones que ya por definición lo son. Encontrar mejores maneras para hacer las cosas, para trabajar, lograr resultados y ser más ágiles organizacionalmente implica, como ya se ha cacareado hasta el hartazgo, el compromiso y acompañamiento del liderazgo, pero, este definitivamente debe perder el miedo a confiar y a ceder el control.

Como comentario final, hace poco me enteré que el equipo sigue utilizando el Kanban y tratando de mejorar día a día su capacidad de entrega y la calidad con la que realizan su trabajo, a veces los cambios no van en la dirección descendente que consideramos natural, sino que suben desde las bases y estos, en mi opinión, son los cambios que generan mayor impacto.

Seguimos aprendiendo

 

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