2 tareas, de las muchas que tenemos, para alcanzar La Economía de Proyectos

 

Si queremos que La Economía de Proyectos se convierta en una realidad y que muchas personas puedan aprovechar, individualmente, en su núcleo familiar, en sus comunidades, ciudades, organizaciones y países, las herramientas y conocimientos de la gestión de proyectos para alcanzar sus objetivos y hacer realidad sus sueños, si queremos que muchos niños comiencen desde ya a desarrollar habilidades para la vida a través de la gestión de proyectos, si queremos que los proyectos de desarrollo generen mucho más bienestar, en fin, si queremos llevar la disciplina más allá de sus entornos naturales, entonces tenemos que dedicarnos al menos a las siguientes dos tareas:

La primera es “dejar de hablar solo con la gente que ya va a la iglesia” esta frase de RicardoTriana, Director Gerente para Latinoamérica del PMI®, la he escuchado en un par de oportunidades y me he identificado mucho con ella. Los seres humanos somos víctimas del sesgo de la confirmación que nos lleva, inconscientemente, a relacionarnos, reunirnos y conversar con aquellos individuos con los que tenemos afinidad, así podemos expresar con más comodidad nuestras ideas sabiendo que serán bien recibidas y hasta reforzadas por nuestra audiencia, además, existe la tendencia de demostrar a otros, nuestra comunidad profesional, que sabemos y así lograr su reconocimiento.

Terminamos entonces haciendo congresos, eventos, escribiendo blogs, posteando en redes sociales, etc., para una audiencia que ya está convencida sobre las ventajas de la gestión de proyectos, que las conoce, utilizamos la jerga de la disciplina como código común y excluimos, con o sin intención, a aquellos que son nuestros potenciales nuevos feligreses, a personas que podrían acercarse y aprovechar todas las ventajas de la disciplina.

En una reunión con varios gerentes de una organización les comentaba sobre el trabajo que realizamos en el PMI Capítulo Venezuela y en varias oportunidades mencioné al PMBoK®. Al salir de la reunión se me acercaron 3 de las personas presentes y me comentaron: “Alejandro nos puedes contar qué es el PMBoK® porque nosotros no tenemos ni idea”. Este es un ejemplo de cómo yo, de manera natural, hablo sobre el estándar, definiciones como la EDT, RACI o el método de valor ganado sin tener consciencia del conocimiento que tiene mi interlocutor al respecto.

Tenemos que dedicarnos entonces a hablar y llevar la gestión de proyectos más allá de las paredes de nuestras oficinas y empresas, a conversar, utilizando un lenguaje sencillo, sobre esta con todo aquel que quiera escuchar el mensaje y que pueda aprovechar las muchas ventajas que le proveería un enfoque estructurado para alcanzar sus objetivos, sin importar la magnitud de estos. Todos, seamos profesionales o no, miembros de un capítulo o no, estemos certificados o no, con o sin conocimiento al final del día gestionamos y estamos relacionados con proyectos, nos corresponde entonces a los miembros de la comunidad, a los que sabemos un poquito más, tender el puente, a pequeña o gran escala, que le permita a la mayoría transitar hacia la Economía de Proyectos.

La segunda tarea está orientada a romper el rechazo que muchas veces generamos en otras comunidades profesionales por lo que yo llamo “la arrogancia del experto”. El que los profesionales de la gestión de proyectos conozcamos las buenas prácticas o contemos con un sin número de certificaciones no nos puede llevar a desestimar la experiencia que determinada organización tenga llevando adelante sus iniciativas, use un marco de trabajo o no.

En los dos últimos años como voluntario del Capítulo Venezuela me ha correspondido acercarme a ONG’s, que generalmente utilizan el método del marco lógico y en muchos casos no quieren ni escuchar hablar del PMI®, la razón, han tenido experiencias con consultores que, como diría mi estimado York Roessler, llegan a la organización diciendo “todo esto está mal hecho y yo te traigo la solución para que gerencies tus proyectos”, partiendo de esta frase lapidaria ya cualquier proceso de adopción, así sea del más mínimo cambio, está sepultado.

Si estamos en una organización, como profesional o consultor, y no estamos conformes en cómo esta gestiona sus proyectos debemos impulsar el cambio, pero, reconociendo y honrando todo el camino recorrido, mostrando cómo desde una buena práctica se puede llegar a un mejor resultado, paso a paso, en conclusión, con humildad.

Es un gran trabajo el que tenemos por delante, del que no me excluyo, si queremos sumar, agregar valor y llevar la gestión de proyectos a todos los rincones donde sea posible y no se trata tanto de lo que sepamos como de la actitud que tengamos y las decisiones que tomemos. La Economía de Proyectos, como concepto al menos para mí, alberga oportunidades para todos, incluso para navegar hacia un mundo más justo y equitativo, queda de nosotros, los profesionales de la gestión de proyectos, aportar a que esta se haga realidad.

¡Si te gustó, comparte!

La gestión de riesgos del proyecto está en riesgo


Al identificar los riesgos de un proyecto ¿cuáles son los primeros estados de naturaleza que ponemos sobre la mesa? de seguro aquellos que experimentamos en nuestro último proyecto y se encuentran en nuestra memoria más reciente. De igual manera al analizarlos tenderemos, individual y colectivamente, a asignar mayor probabilidad e impacto a aquellas posibles situaciones que hemos vivido con anterioridad y que, de una u otra manera, han dejado una huella en nosotros.

La heurística de la disponibilidad, que según Daniel Kahneman nos lleva a juzgar la frecuencia de determinado evento en función a la facilidad con que los ejemplos vienen a nuestra mente, puede afectar la gestión de riesgos del proyecto, sesgándola hacia:

  • -          Sucesos notables que hayan atraído nuestra atención y que serán extraídos fácilmente de nuestra memoria.
  • -          Sucesos dramáticos que aumenten temporalmente la disponibilidad en la categoría
  • -          Experiencias personales que serán más vívidas y a las que les prestaremos mayor atención que a las de otras personas e incluso a la estadística.

La gestión de riesgos puede entonces estar en riesgo si el equipo mantiene el foco sobre probables eventos que ya ha experimentado en el pasado y, cuyo alto impacto, afectó positiva o negativamente a la iniciativa, dejando de lado o subestimando situaciones con una probabilidad de ocurrencia e impacto mucho más significativos en el futuro.

Kahneman nos comenta que no podemos vivir en un estado de constante vigilancia para evitar que nuestras decisiones sean afectadas por los diferentes sesgos cognitivos y el PMBoK 6ta edición, que nos advierte sobre esta posibilidad en el apartado dedicado a la gestión de riesgos, nos recomienda contar con un facilitador especializado tanto para el proceso de identificación como para el de análisis de los riesgos.

Este experto puede permitirle al equipo, al ser externo a este, identificar cuando están cayendo en la trampa de la disponibilidad e invitarlos a pensar en posibles contingencias que no hayan sido contempladas, pero, que estadísticamente son significativas.


Predictivo y Adaptativo


Dan y Chip Heath, en su libro Decídete, nos alertan sobre lo que llaman “la visión de tubo” o estrecha y cómo esta afecta nuestra toma de decisiones poniéndonos, en la mayoría de los casos, en dilemas de sí o no ante alternativas que no necesariamente tienen que ser mutuamente excluyentes. De hecho, estos autores, basados en investigaciones referidas en su libro, nos muestran cómo las decisiones que tomamos mejoran enormemente con solo contemplar más de una alternativa.

Esta referencia a la visión estrecha me recordó el, en mi opinión, innecesario ¿debate? entre la gestión de proyectos “tradicional” y la adaptativa o ágil. En los últimos 10 años no sé cuantos artículos de blogs titulados Predictivo vs. Adaptativo y cuántos libros alabando determinado enfoque, sobre la destrucción del otro, he leído, de cuántas agrias discusiones en los diferentes grupos de WhatsApp de las diferentes comunidades de gestión de proyecto, predictivas y ágiles, a las que pertenezco he atestiguado, cuántos memes se han compartido y cuántas opiniones en contra de uno u otro enfoque he escuchado.

Pienso que ya es suficiente con los fundamentalismos existentes para que también, en una disciplina que está orientada a mejorar las condiciones de vida de las personas, a través de la creación de productos o servicios, tengamos que elegir entre dos extremos.

Qué tal si hablamos entonces desde una perspectiva integradora, donde se conjuguen lo tradicional y lo adaptativo, donde podamos elegir, según el proyecto en el que vamos a trabajar o el problema que vamos a resolver, el marco de trabajo que ofrezca mejores resultados. Qué tal si comenzamos a hablar de predictivo y adaptativo y eliminamos de una vez los Vs. Y las comparaciones que no están orientadas a agregar valor sino a destruirlo.

Y es allí tal vez donde está la clave, en centrarnos en agregar valor a nuestros clientes o beneficiarios, al final del día ellos seguramente no están interesados en saber si trabajamos con scrum o con el marco de trabajo del PMI, solo quieren respuestas que satisfagan sus necesidades y expectativas y nuestra misión es trabajar en función de ellas. 


El COVID-19, la desigualdad y ¿Qué podemos hacer desde la gestión de proyectos?



Muchos de quienes están leyendo estas líneas seguramente, y al igual que yo, han podido resguardarse y permanecer en casa durante la emergencia mundial que ha significado la pandemia ocasionada por el Covid-19. Sin embargo, y como seguro han podido ver en las noticias o atestiguar en las ciudades en las que habitan, una gran cantidad de personas se ha visto en la necesidad de seguir saliendo a la calle, aquellas que no cuentan con los recursos necesarios para permanecer en cuarentena y que deben procurárselos diariamente para poder sostener a sus familias.

La desigualdad en la que vivimos ha quedado, nuevamente, al descubierto y la brecha se ensanchará con esta crisis. Si ya estábamos preocupados por los riesgos que la transformación o cambio tecnológico implica para los más desfavorecidos, sí, aquellas personas cuyos empleos desaparecerán o se transformarán radicalmente, aquellos niños y jóvenes que no tienen acceso a una computadora, un teléfono inteligente, ni a internet y cuya educación es precaria, ahora debemos sumarle más elementos a una ecuación que no luce nada alentadora para nuestro futuro si no hacemos nada al respecto.

Y de eso precisamente se trata, de preguntarnos desde la profesión ¿Qué podemos hacer, cómo la gestión de proyectos puede ayudarnos a cerrar brechas y a crear igualdad de oportunidades? Desde mi experiencia me atrevo a contarles sobre algunas posibles alternativas para agregar valor:

1.- Ayudar, cómo voluntarios, a que las ONG’s y organizaciones de la sociedad civil, que lo necesiten, mejoren la gestión de sus proyectos a través del uso de buenas prácticas o marcos de trabajo que les permitan lograr sus objetivos. Son estas organizaciones las que generalmente están, a través de sus iniciativas, tratando de satisfacer las necesidades de las personas menos favorecidas. En lo particular tengo experiencia en este sentido y puedo compartirla con cualquiera que esté interesado en realizar este tipo de aporte.

2.- Promover el aprendizaje basado en gestión de proyectos. Ya he escrito sobre este tema y sobre las ventajas que aprender a gestionar proyectos y desarrollar habilidades para hacerlo provee a nuestros niños y jóvenes. También sé, por experiencia propia y referencias, lo difícil que es promover este enfoque en el sistema educativo, sobre todo público, en Latinoamérica ¿Qué podemos hacer entonces? Colaborar en la gestión de proyectos que vayan en este sentido, en conjunto con ONG’s, promover el enfoque en el colegio de nuestros hijos y en última instancia utilizarlo en casa, con ellos y su grupo de amigo, como juegos o distracción. El PMIEF en su página web ofrece un conjunto de herramientas y recursos libres para ser descargados y utilizados. En este campo también tengo experiencia y con todo gusto la comparto con los interesados.

3.- Matricularnos u ofrecernos como voluntarios para enseñar en universidades y/o colegios públicos sobre gestión de proyectos, desde la práctica. Compartir nuestras experiencias y conocimientos con las generaciones de relevo y guiarlos en el desarrollo de sus proyectos también puede ser una buena manera de contribuir.

4.- Crear y gestionar un programa de aprendizaje basado en gestión de proyectos por nuestra cuenta, buscar el financiamiento y las alianzas para realizarlo. Una buena estrategia podría ser ofrecérselo a la empresa en la que trabajamos como parte de su política de Responsabilidad Social con la comunidad o con los mismos empleados de más bajos recursos dentro de la organización.
En fin, pienso que son muchas las cosas que podemos hacer, la gestión de proyectos no es solo una profesión, tiene la particularidad de que a través de ella tenemos la oportunidad de mejorar la vida de las personas y en estos momentos de necesidad creo importante que cada uno de nosotros ponga de su parte para que podamos vivir en un mundo, en una economía de proyectos, que realmente cree oportunidades para todos.

¡Si te gustó, comparte!

P.D: Si se sienten motivados a tomar cualquiera de estas alternativas y quieren conocer sobre mi experiencia al respecto pueden contactarme con todo libertad, estaré contento de compartir mis aprendizajes con ustedes.

El poder de la gestión de proyectos




Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el lugar que ocupamos los seres humanos, entre todas las especies que habitan el planeta, y lo lejos que hemos llegado desde que nuestros antepasados abandonaron las planicies africanas para extenderse por el resto del mundo, se lo debemos en gran parte a nuestra capacidad de organizarnos para gestionar proyectos ¿Cómo hubiesen sido posibles nuestros logros en infraestructura, ciencia, tecnología…..sino estuviésemos, desde tiempos inmemoriales, llevando adelante diferentes iniciativas en pos de mejorar, desde nuestro punto de vista, nuestra existencia?

Yuval Harari en su maravilloso libro Sapiens sostiene que, a raíz de lo que define como la revolución cognitiva, uno de los factores, tal vez el más importante, que nos llevo en un tiempo relativamente breve a colocarnos en la cima de la pirámide de las especies fue, y sigue siendo, nuestra capacidad de coordinar acciones con otros para llegar más lejos de lo que podríamos hacerlo individualmente.

Los sapiens hemos sido la única especie capaz de lograr que muchos individuos, miles, cientos de miles y hasta millones, podamos transitar hacia una misma dirección fundamentados en los mitos y en la cultura, que hemos inventado, para amalgamar nuestras voluntades (Sin dejar de tener en cuenta consideraciones éticas, ni fenómenos tan lamentables como la esclavitud por supuesto). El hecho es que sin estas capacidades que nos permiten organizarnos, colaborar con personas que no conocemos, y que tal vez no lleguemos a conocer, hubiese sido imposible que se construyeran las Pirámides de Egipto, nuestras ciudades modernas, los aviones, que el hombre hubiese llegado al espacio, la inteligencia artificial, en fin todo el avance de la humanidad, que en gran parte hemos logrado a través de la gestión de proyectos.

Un ejemplo de los esfuerzos que hacemos para poder coordinar con los otros y realizar proyectos es el Project Management Book of Knowledge o PMBoK como se conoce regularmente. Este libro, que en mi experiencia y opinión es menospreciado por muchos en base a su extensión, supuesta rigidez y al desconocimiento, tiene el gran valor de recoger, de manera exhaustiva, las buenas prácticas en la gestión de proyectos con la finalidad de que todas aquellas personas, posiblemente desconocidas entre sí, puedan trabajar en conjunto para lograr una visión común, contando con una guía que les permita no dejar nada por fuera.

Solo nos queda por ver hasta dónde seremos capaces de llegar como especie, Harari hace una propuesta interesante en su libro Homo Deus (Hombre Dios) lo que sí es seguro es que a dónde lleguemos lo haremos a través de la gestión de muchos otros proyectos.

¡Si te gustó, comparte!

¿Tu gestión de proyectos no es "profesional"? con más razón debes INVOLUCRAR a tu cliente




Durante un taller de gestión de proyectos que dictaba en una empresa en la que hago una consultoría le pregunté a los asistentes si eran capaces de distinguir qué diferenciaba sus proyectos exitosos de aquellos que eran culminados con problemas de diferente índole. Uno de los líderes de la organización, sin pensar, me dio una respuesta que provocó que el resto del equipo asintiera, mientras sus rostros inconscientemente mostraban su acuerdo con lo expresado: “Los proyectos que salen bien, donde cumplimos con los objetivo, la empresa obtiene rentabilidad y el cliente queda contento, son aquellos donde este último está metido de cabeza”.

Este momento “ajá” fue sumamente interesante para el equipo porque la participación de los clientes no obedece a una política empresarial, de hecho parte del trabajo que estamos haciendo es formalizar la manera en que gestionan sus proyectos, sino a la insistencia de algunos de ellos para involucrarse verdaderamente en el trabajo.

“Recuerdan el proyecto del señor X, él iba a la obra a diario, cuando solicitó algún cambio, lo aprobó de primera mano al presentársele el impacto sobre el presupuesto y el cronograma y cubrió el sobre costo sin ningún problema. Luego de culminar su proyecto nos volvió a contratar para otra obra y nos recomendó a un par de clientes nuevos”.

Este es un ejemplo del valor que tiene la participación activa de los clientes en la gestión de un proyecto e incluso en la generación de nuevas oportunidades para el negocio, un cliente satisfecho re-compra y te recomienda. La empresa en cuestión gestiona proyectos de construcción o como se conoce en el sector realiza la ingeniería, la procura y la gestión de la construcción de las obras, lo curioso es que lo hace, en mayor grado, de manera empírica, sin seguir ningún marco de trabajo formal de gestión de proyectos, y esto, como deben suponer, implica desviaciones en el alcance, el cronograma y los costos en la mayoría de las oportunidades.

Sin embargo, y tomando en cuenta que estamos trabajando para “formalizar” la gestión de proyectos, lo que me parece interesante rescatar es cómo involucrar activamente a los clientes, como una política y no dejarlo al azar, puede convertirse en un escudo para nuestras iniciativas sino contamos con los recursos para profesionalizar su gestión o estamos en el proceso de adopción de determinado marco de trabajo.

En gestión de proyectos giramos en torno al cliente, creamos productos y servicios que mejoran su vida, que incrementan su nivel de bienestar y después de esta experiencia mis clientes, los miembros de la empresa consultada, no tienen ninguna duda al respecto.

¡Si te gustó, comparte!  

¿Ha perdido vigencia el enfoque predictivo de la gestión de proyectos?




Si tuviésemos la oportunidad de revisar los planes de gestión de riesgos de todos los proyectos que se estaban ejecutando o cuyo arranque estaba programado para estos días antes de ser declarada la pandemia y la emergencia mundial, causada por el coronavirus, me atrevería a apostar que en ninguno, o muy pocos de estos documentos y matrices, está contemplada una situación similar. Este “cisne negro” ha trastornado nuestras vidas, y la de aquellos que lamentablemente han fallecido, la economía y por supuesto todas las iniciativas que se encontraban en marcha.

El mundo parece complejizarse cada vez más y la capacidad de adaptarnos a hechos que no somos capaces de prever se convertirá en nuestra mejor arma para enfrentar la incertidumbre. Cabe preguntarnos entonces ¿Si sigue teniendo sentido intentar proyectar el futuro “predecirlo” cuando la realidad nos da muestras, cada vez más frecuentes, de que nuestras ecuaciones y modelos no contemplan variables que lo impactan de manera brutal?

Desde la profesión, el enfoque predictivo parece estar en crisis, la transformación digital, el cambio cada vez más acelerado y entornos más complejos suman argumentos al coro de quienes han criticado estos marcos de trabajo por ser “burocráticos” y “poco ágiles” en dar respuestas y crear valor a clientes que están, ellos también, en constante transformación.

Sin embargo, en mi opinión los marcos de trabajo predictivos aún están vigentes, los he visto funcionar y agregar valor en los últimos tiempos, siendo aplicados a la solución de problemas para los que siguen constituyendo la mejor opción. Pienso que la discusión común y ya muchas veces cacareada que pone a los marcos predictivos y adaptativos enfrentados, como alternativas mutuamente excluyentes, nunca ha tenido sentido. Si el método predictivo está efectivamente en crisis, esta es una oportunidad para que quienes formamos parte de la profesión, del presente y el futuro, nos preguntemos, y respondamos, cómo este se puede adaptar mejor al cambio y seguir siendo una de las herramientas de trabajo con que contamos para transformar nuestras vidas y generar mayor bienestar.

¡Si te gustó, comparte!

¿Agilidad en proyectos de desarrollo?




Los proyectos de desarrollo, aquellos que buscan mejorar las condiciones socio – económicas de un conjunto de seres humanos, por lo general son iniciativas muy complejas cuya ejecución implica mucho tiempo y cuyos resultados son observables en el largo plazo. Esto significa un gran reto para quienes gestionan este tipo de proyectos ya que la exposición al riesgo es mayor y es probable que en el camino los beneficiarios, por solo nombrar a los actores más importantes, pierdan el ánimo, vean sus expectativas defraudadas y dejen de participar.

Hace unos años Nadim F. Matta y Ronald Ashkenas en su artículo para Harvard Business ReviewPor qué los buenos proyectos fallan de todos modos” nos proponían un enfoque que nos permitía alcanzar lo que algunos llaman “victorias tempranas” o en otras palabras entregar valor en el corto plazo a través de la gestión de “iniciativas de rápido resultado”, componentes del proyecto o micro – proyectos gestionados por “equipos orientados al logro de metas” introducidos verticalmente en la iniciativa. Especies de fuerzas de tarea con la responsabilidad de ir desarrollando productos capaces de ser utilizados por sí solos y que fuesen agregando a la consecución del objetivo final y el propósito del proyecto.

El Banco Interamericano de Desarrollo BID recientemente nos ha presentado PM4R AGILE, una metodología que adapta SCRUM a proyectos de desarrollo, definida como “un método iterativo e incremental de gestionar actividades de forma muy flexible e interactiva” y cuyo objetivo es entregar valor lo más rápido posible a los beneficiarios.

Esta metodología, cuya guía fue revisada y editada en el año 2019, agrega a los ya conocidos pilares de SCRUM, transparencia, inspección y adaptación, el compromiso con el resultado, que busca que los miembros del equipo, y este como un todo, se apropien de la meta y hagan todo lo posible por lograrla.

Al igual que el marco de trabajo SCRUM, PM4R AGILE cuenta con un conjunto de elementos: roles, herramientas (artefactos) y actividades (ceremonias). Los roles son:

El patrocinador del proyecto, el dueño del producto, el súper líder ágil, el líder ágil y el equipo de desarrollo.

El súper líder ágil, según la guía, es quien coordina a los líderes ágiles, quienes fungen como especie de SCRUM Master, y resuelve los problemas e impedimentos que tiene cada equipo. Además de procurar asistencia con respecto a los recursos y la autorización del trabajo y es el enlace entre los equipos, el dueño del producto y el patrocinador del proyecto.

Las herramientas de la metodología son la lista de trabajos priorizada (product backlog), el plan PM4R AGILE (sprint backlogs), el sprint y los incrementos.

Y por último las actividades, que coinciden con los 5 pasos de PM4R AGILE:

Paso 1: Analizar los elementos existentes de la fase de planificación del proyecto, como la EDT, el cronograma y la curva S, además del plan operativo. De este primer paso emerge lo que en la metodología se llama la EDT mejorada, en la que se identifican los componentes susceptibles a ser gestionados ágilmente.

Paso 2: Se seleccionan los trabajos prioritarios de la EDT y se confecciona la lista de trabajo priorizada. Este orden se realiza tomando en cuenta la importancia, la criticidad y lo alcanzable que pueda ser el resultado en el corto plazo.

Paso 3: Se desarrolla el plan PM4R AGILE que consiste en planificar, por sugerencia de la guía, 6 sprints de 2 semanas cada uno y organizar el trabajo a realizar en estos time boxes.

Paso 4: Se realiza la auto – asignación participativa de las responsabilidades donde cada miembro del equipo elige de qué se hará cargo en el proceso de desarrollo y se obtiene el plan PM4R AGILE con la asignación de las responsabilidades.

Paso 5: Y, por último, se implementa el plan PM4R AGILE, desarrollando los sprints y realizando una revisión del sprint y una retrospectiva al final de cada ciclo de trabajo. Lo que no me quedo claro a este respecto, con la lectura de la guía, es si se realizan las reuniones diarias y de refinamiento.

Habría que ver esta metodología en acción para poder juzgar su efectividad, conocer qué tipo de componentes pueden gestionarse ágilmente, cómo lidiar con la multiplicidad de actores de diferentes índoles que interactúan en iniciativas de desarrollo, cómo se gestiona el cambio y el costo asociado, en fin, son más las preguntas que las respuestas las que se me vienen a la cabeza.

Lo que sí me parece relevante, es la búsqueda de nuevas maneras de trabajo que nos permitan entregar valor lo más rápido posible, y más en el contexto de los proyectos de desarrollo, donde, parafraseando a Keynes, “en el largo plazo los beneficiarios podrían estar todos muertos”

¡Si te gustó, comparte!

¿En qué momento se inicia un proyecto?


Esta no es una pregunta trivial, algunos dirían que al momento de detectar la necesidad, otros que al idear el producto o servicio, al aprobar el acta de constitución del proyecto, en el momento en que el cliente abone el primer pago, al comenzar la fase de planificación o ejecución.


La cuestión puede tener cualquiera de estas respuestas, o alguna otra, lo importante es que sea el producto de un acuerdo entre los integrantes de la organización del proyecto: patrocinante, cliente, gerentes y equipo de gestión, ejecutores y demás interesados.

En la gestión de proyectos todos los involucrados deberían estar en la misma página “hablar el mismo idioma”

¡Sí te gustó, comparte!