A veces pareciera que hay quienes piensan que con una simple
declaración nuestros equipos serán de alto rendimiento, auto – organizados,
nuestros líderes serán de servicio y nuestra organización girará en torno a los
clientes.
Que pasaremos de una estructura vertical a una horizontal y
que por arte de magia nos deslastraremos de un sistema fundamentado en el
control y que nos enseña, desde nuestra primera infancia, que tenemos que ser
perfectos, que no podemos equivocarnos porque seremos castigados, que nos
califica para determinarnos y no para mostrarnos una oportunidad de
aprendizaje.
Ojalá fuese tan sencillo, que quienes hablan con tanta
ligereza sobre transformación y “des- aprender” tuviesen la razón. Que con el
simple decreto de algún “autócrata” organizacional, que en muchos casos es
ajeno al entorno donde pretende que se realice el cambio, fuese suficiente, los
equipos no estarían sometidos a un estrés innecesario y las personas que los
conforman sufrirían menos.
Conversando con un equipo que lidera, porque les tocó, un
proceso de transformación ágil, ordenado desde casa matriz, en una
transnacional les pregunté si en esa organización existía el espacio para
experimentar, para equivocarse, si ellos estaban dispuestos a exponerse, a
pedir ayuda sin el temor a ser mal vistos….y la respuesta fue no.
Este tipo de experiencias me recuerdan a las tan criticadas “recetas
económicas” que los organismos multilaterales exigían cumplir a los países en
desarrollo, por allá en los años 90, a cambio de financiamiento externo que
promoviera el crecimiento y el desarrollo. Estándares que dejaban de lado las
particularidades, que asumían que actuábamos como robots racionales y que en la
mayoría de los casos fracasaron.
Por supuesto que el cambio, la transformación de nuestras
organizaciones es posible, que podemos ser más ágiles, pero, debemos partir de
entender qué es lo que esto significa, entender nuestro entorno, reflexionar
sobre qué hemos estado haciendo y cómo lo hemos hecho, crear las condiciones,
como responsabilidad del liderazgo, para que suceda y realmente poner a las personas
en el centro, no solo a quienes nos compran, también a quienes nos acompañan y
por sobre todo entender que es un proceso, que requiere esfuerzo, que no pasa
de la noche a la mañana, que declararlo es importante, pero, no es una
condición suficiente.
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Ciertamente cuando la agilidad se impone nada sale bien y más aún cuando no se comprende que la misma pasa por un cambio de pensamiento y reflexión de los equipos y por ende entender que por más técnicos que somos también somos humanos. Excelente artículo Alejandro.
ResponderEliminarAlexis! muchas gracias por el comentario, en efecto nada impuesto funciona, ocurre lo mismo cuando intentamos que una organización profesionalice su gestión de proyectos "porque es el deber ser" e ignoramos los cambios profundos que implica este tipo de procesos para cualquier organización, un abrazo!
EliminarEl tema plantea una reflexión profunda sobre la idea de que la transformación organizacional no puede lograrse solo mediante decretos o declaraciones superficiales. Es cierto que muchas veces se asume que con un simple cambio de mentalidad o estructura, como pasar de una jerarquía vertical a una horizontal, se conseguirán resultados inmediatos y sin esfuerzo. Sin embargo, este enfoque omite la complejidad inherente al proceso de transformación. El cambio real exige tiempo, un entendimiento profundo del entorno, el compromiso de todos los miembros del equipo y, sobre todo, un liderazgo que impulse condiciones propicias para el aprendizaje y la experimentación. La crítica a las soluciones "mágicas" resalta la importancia de reconocer las particularidades de cada organización y de ofrecer un espacio seguro para el error, sin temor al juicio o al castigo, lo cual es esencial para fomentar la innovación y el verdadero cambio cultural.
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