La economía venezolana presenta la tasa de inflación más alta
del mundo, aunque no existen cifras oficiales, según proyecciones del Banco
Mundial esta variable se ubicará por encima de un 700% a finales de 2016, por
su parte, la firma de consultoría privada Ecoanalítica calcula que la inflación
acumulada a junio de 2016 fue de 128,6%.
En este escenario de crisis e incertidumbre se me han
acercado varios emprendedores (esperanzador que aún en estas circunstancias
haya personas dispuestas a invertir en proyectos) para contratar mis servicios
de asesoría en la evaluación económico – financiera de sus iniciativas.
Surge entonces la pregunta ¿tiene algún sentido calcular el
VPN o la TIR del proyecto en un contexto de alta inflación como variables para
la toma de decisiones de inversión, tomando en cuenta además que no hay
indicios de un ajuste económico en el corto y mediano plazo?
La inversión, así como toda la gestión de un proyecto, está
signada por la incertidumbre, en este caso sobre si efectivamente obtendremos
rentabilidad por nuestro dinero, cuál será la magnitud de esta, en que momento
recuperaremos nuestros fondos y que pasará si cambian las variables del entorno
económico, todo esto basado en el supuesto, bastante restrictivo, de que la
gestión correrá sobre ruedas.
La evaluación económico – financiera de un proyecto es un
ejercicio necesario para que como inversionistas, individuales u
organizacionales, podamos tomar mejores decisiones sobre el uso de nuestros
fondos, tratando de garantizar el máximo de rentabilidad posible. Sin embargo,
es solo eso, un ejercicio donde basados en supuestos desarrollamos distintos
escenarios, asociados a ciertas probabilidades, proyectamos estados financieros
y calculamos el valor de las variables de decisión.
Es una especie de acto de futurología que nos sirve para
aplacar la incertidumbre, los seres humanos no podemos lidiar con altos niveles
de esta, y en economías “estables”, si es que estas existen, podremos obtener
indicadores cercanos a la realidad. Recordemos además que contar con un plan
nos hace sentir más tranquilos, aunque no exista una garantía real sobre el
buen resultado.
Venezuela está muy lejos de la estabilidad y el cálculo de
las variables financieras se hace bastante complejo, surgiendo preguntas como
por ejemplo ¿Cuál sería la tasa mínima de rendimiento requerida por un
inversionista expuesto a un alto nivel de riesgo y que además enfrenta una inflación
de tres o cuatro dígitos? ¿Qué clase de proyecto es capaz de generar unos
ingresos tan elevados que permitan obtener ganancias en vez de pérdidas en
semejante contexto? ¿Estarán los posibles clientes del producto o servicio en
la capacidad y disposición de enfrentar incrementos constantes en el precio de
venta ante el aumento sostenido de los costos? Entre otras.
En este sentido mis recomendaciones a quienes se me han
acercado pidiendo mi consejo han sido las siguientes:
1.- Si el proyecto necesita de una gran inversión en activos
de capital especializados, recomiendo hacer los cálculos. Tomando en cuenta lo
expuesto anteriormente, tener información sobre las variables financieras le
permitirá al inversionista decidir si invertir o no en un proyecto que por sus
características tendría un alto costo hundido y unas elevadas barreras de
salida en caso de fracaso.
Por esta razón, contar con la mayor cantidad de información
posible sería lo ideal para la toma de decisiones, que por las condiciones del
contexto debería ser el rechazo del proyecto, a menos que este sea capaz de
generar rentabilidad por encima de la tasa de inflación. En caso de que el
inversionista decida, a pesar de los indicadores, realizar el proyecto, al
menos conocerá los riesgos y las altas probabilidades de fracaso, como ya hemos
visto en otras oportunidades no somos máquinas racionales y podríamos tomar
este tipo de decisiones con un alto costo de oportunidad.
2.- Si el proyecto no requiere una alta inversión en bienes
de capital especializados, como podría ser por ejemplo el caso de un servicio o
alguna aplicación tecnológica, mi recomendación ha sido no utilizar recursos
para hacer estos cálculos o contratando a alguien para que los haga e
invertirlos en el desarrollo de una solución que agregue el mayor valor posible
al cliente y consumidor. En este tipo de iniciativas las barreras de salida son
más bajas y si no tenemos éxito podremos cambiar de actividad más fácilmente.
Por supuesto es recomendable, bajo condiciones de
estabilidad, hacer los cálculos de las variables financieras y tomar decisiones
informadas, pero, también debemos recordar que nuestros recursos son escasos y
debemos usarlos de la mejor manera posible. Si la información que nos darán el
VPN y la TIR no será relevante para que tomemos una decisión ¿para qué
calcularlos? Como bien dice Susanne Madsen en uno de sus libros “hacer bien
algo que no es necesario, o aporta algún valor, es un pobre uso del tiempo, y
de los recursos”.
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