¿Qué tengo que hacer para que usted esté muy bien?



El título de este post hace referencia a una experiencia que tuve hace unos años en el restaurante de un hotel, en el que me encontraba por razones de trabajo, mientras desayunaba se acercó a la mesa uno de los meseros y me preguntó cómo estaba, al responderle que bien, se preocupó y exclamo ¡¿bien?! Y seguidamente me preguntó ¡¿qué tengo que hacer para que usted esté muy bien?!

Esta anécdota sirve de ejemplo y para conversar un poco sobre la actitud que se debe tener a la hora de establecer relaciones con los clientes del proyecto, siendo esta un elemento a tomar en cuenta por el equipo de gestión, en el desarrollo de una estrategia de diferenciación del producto o servicio que se comercializará en el mercado. 

Enfocarnos en prestar una buena atención a nuestros clientes, desde que levantamos sus requerimientos hasta el servicio post venta, nos permite establecer con ellos relaciones de largo plazo. Ya que el proyecto no solo se enfocaría en satisfacer una necesidad diagnosticada, a través de la venta de un producto o servicio, sino que además se propondría mejorar la experiencia del cliente, agregando valor a la propuesta comercial a través de una atención de calidad. 

El equipo de gestión del proyecto, en conjunto con quienes se encargarán de la comercialización del producto o servicio, deben pensar en el cliente más como un aliado, interesándose por su bienestar, que como un simple consumidor de mercancías. Esta relación se puede modelar como un juego que se repite infinitamente y que se basa en la confianza de que cada una de las partes cumplirá con los compromisos que haya adquirido, en otras palabras si queremos clientes fieles a nuestros productos o servicios, y que además los recomienden, debemos mantenerlos satisfechos, de lo contrario solo estaremos en la capacidad de establecer relaciones de corto plazo con ellos y si no prestamos atención a los detalles, hasta una mala publicidad. 

Los proyectos más exitosos son aquellos que van más allá de la mera satisfacción de la necesidad evidente, agregando un extra en la procura de un mayor bienestar y la mejora en la calidad de vida del cliente. Debemos recordar entonces que si nuestro cliente está bien, debemos hacer lo posible, dentro de nuestras capacidades, para que esté ¡MUY BIEN! 





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