Los modelos económicos se basan
en la simplificación de la conducta
humana, suponiendo que cada uno de nosotros toma decisiones, luego de
calcular el costo beneficio, en función de la maximización de nuestra utilidad.
El enfoque racional ha recibido
innumerables críticas por su limitada representación de la realidad, dejando
por fuera muchísimos elementos que juegan un papel importante a la hora de
tomar decisiones.
Este tipo de análisis parcial
podría representar un riesgo para el
desempeño del proyecto, sobre todo cuando estamos analizando a los actores, incluyendo al equipo de gestión, y a los
riesgos inherentes a estos.
Estas son algunas de las
conclusiones que se obtienen luego de leer el Informe sobre Desarrollo Mundial 2015: Mente, Sociedad y Conducta publicado a finales del año pasado por el Banco Mundial. Apoyado
en los aportes de la neurociencia, la economía de la conducta, la psicología y
la sociología, entre otras disciplinas, en el documento se hace un análisis de
múltiples experimentos y experiencias de políticas, planes, programas y
proyectos ejecutados por el banco.
Para realizar un análisis
completo de la conducta y decisiones que podrían tomar los actores del proyecto
en un momento determinado y el riesgo que esto representaría para la
iniciativa, no nos basta con suponer que cada uno de los stakeholders actúa
basado en un cálculo matemático, además debemos tomar en cuenta tres dimensiones que
son:
-El pensamiento automático: la racionalidad supone que todos los
individuos antes de decidir son capaces de analizar toda la información que
tienen disponible, el entorno y de hacer una especie de proyección del futuro, para actuar en el presente. Lo que describe al ser humano como una especie de computadora que procesa más información de la que realmente puede.
Una aproximación mucho más acorde
al real comportamiento humano es la que hace el psicólogo Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía, quien propone lo que
podríamos llamar dos sistemas de pensamiento:
Un pensamiento automático
el cual se realiza de manera rápida, asociativa y sin mucho esfuerzo, tomando
en cuenta lo primero que se viene a nuestras mentes.
Un pensamiento deliberativo el
cual es lento, reflexivo y conlleva un esfuerzo para analizar el conjunto de
factores pertinentes a la decisión que debemos tomar.
Kahneman a través de sus
investigaciones ha demostrado que la mayoría de nuestras decisiones están
signadas por el pensamiento automático, utilizando supuestos y asociaciones
predeterminadas, que pueden llevarnos a tener una percepción errada de
determinada situación y por ende decidir de manera apresurada y sin contar con
información suficiente.
-El pensamiento social: Los seres humanos ante todo somos seres
sociales, nos gusta identificarnos y pertenecer a grupos afines con nuestros
intereses y preferencias, ser aceptados y mostramos interés por el bienestar
del resto de los miembros de nuestra comunidad.
Por esta razón, todas nuestras
decisiones y actos están influenciados por cómo piensan y actúan los que nos
rodean. Tomamos en cuenta entonces las
preferencias, redes, identidades y normas sociales a la hora de decidir y lo
hacemos a favor de lo que consideramos justo, equitativo y cooperativo.
Un ejemplo de esto podemos verlo a diario en las redes sociales, en las que la cooperación e intercambio de información es la regla, contrario al espíritu egoísta que supone el modelo racional.
Un ejemplo de esto podemos verlo a diario en las redes sociales, en las que la cooperación e intercambio de información es la regla, contrario al espíritu egoísta que supone el modelo racional.
-Los modelos mentales: cuando pensamos no utilizamos conceptos
inventados por nosotros, acudimos a una visión común, con los miembros
de nuestra sociedad, sobre el mundo y sobre nosotros mismos.
Los modelos mentales que
utilizamos pueden ser conceptos, categorías, identidades, prototipos,
argumentos causales o cosmovisiones que extraemos de nuestras comunidades.
Todos estos elemento forman parte e influyen nuestro proceso de toma de
decisiones.
Implicaciones para la gerencia de proyectos
Como comenté al inicio, el tener
una idea mucho más cercana de cómo los actores de un proyecto determinado toman
sus decisiones, definitivamente permite a la gerencia mejorar su desempeño,
aunque el análisis se hace más complejo, en todo lo que tiene que ver con el manejo
de los actores.
Por ejemplo, podemos hacer un
mejor análisis a la hora de identificar los posibles cursos de acción que puede
tomar determinado actor durante el proyecto, yendo más allá de la simple
maximización de su beneficio, conociendo su entorno, sus motivaciones y los
otros elementos sociales que podrían afectar sus decisiones.
El tener una idea más clara de
este primer punto nos permitirá diseñar mejores planes para mitigar el riesgo
asociado a los actores o hacer frente a este en caso de que se materialice.
Conocer mejor a los
beneficiarios/clientes del proyecto nos ayuda a orientar la iniciativa y
garantizar que esta no solo cumpla con los objetivos de entregar un bien o
servicio, sino, que además estos sean utilizados transformando la situación de
necesidad de mercado o social y haciendo que el proyecto sea realmente
sostenible.
Un punto que me pareció muy
importante del informe es que el conocer estos sesgos a la hora de tomar
decisiones nos ayuda a evaluarnos como gestores de proyectos e identificar
cuándo nuestro pensamiento rápido,
pensamiento social o modelos mentales están deformando la manera en que
analizamos la realidad, haciendo que ofrezcamos respuestas o proyectos alejados
de lo que realmente necesita/quiere
el cliente/beneficiario y más
cercano a la idea que tenemos nosotros del deber ser y del mundo.
"Cuando vemos solamente lo que esperamos ver, vemos el contenido de nuestra propia mente y pasamos por alto lo que realmente tenemos ante nuestros ojos" (Genji Okumichi, 1861). Como profesionales de proyectos, debemos saber identificar cuándo estamos cayendo en esta trampa que no nos permite levantar correctamente los requerimientos, ni ofrecer soluciones pensadas en las necesidades reales, sino, en las que hemos percibido.
Este "nuevo" paradigma sobre la toma de decisiones no viene a rivalizar con el enfoque racional, por el contrario busca complementarlo, en la búsqueda de modelos más cercanos a la realidad y de políticas, planes, programas y proyectos que tengan realmente éxito, por alguna razón el Banco Mundial ha emprendido este proceso de autoevaluación.
Referencias:
Informe Desarrollo Mundial 2015, Mente, Sociedad y Conducta. Banco Mundial.
Maps of Bounded Rationality, Psichology for Behavioral Economics. Daniel Kahneman
Genji Okumichi es un personaje ficticio de la novela "El Honor del Samurai" de Takashi Matsuoka.
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