Hace poco comencé formalmente mi camino en el Coaching,
disciplina sobre la que ya había estado leyendo y que está muy relacionada con
la gestión de proyectos, sobre todo aquellos de tipo personal. En este post me
gustaría comentarles sobre las repercusiones tempranas, pero poderosas, que mi
acercamiento a esta disciplina ha tenido sobre mis iniciativas personales y mi
desempeño como profesional en la gestión de proyectos.
Es hora de re-evaluar
todo
El proceso de Coaching comienza definitivamente con un trabajo
personal de quien aspira a convertirse en coach en el mediano plazo, a medida
que se aprende sobre la disciplina comienzan a aparecer preguntas que buscan
validar o no nuestro estilo de vida, nuestras metas, los cursos de acción que hemos
tomado, los resultados que hemos obtenidos y sobre todas la cosas si nos
sentimos realmente satisfechos.
Seguramente estarán de acuerdo con la idea de que es
imposible ser un buen coach si no comenzamos aplicando lo aprendido a nuestras
vidas, por aquello de comulgar con el ejemplo. En lo personal, como buen
planificador que soy, comienzo cada año elaborando una lista de objetivos que
quiero cumplir, asociados a un plan de acción y a mi visión personal. Este
primer acercamiento al Coaching me ha ayudado a validar dicha visión y a
diferenciar entre mis expectativas de lo que quiero ser y las expectativas que
los otros tienen sobre mí (lo que los demás creen o esperan que debería ser y
hacer).
En este sentido y en mi opinión de aprendiz, el Coaching es
una herramienta liberadora que nos permite tener una mejor perspectiva de
nuestro propósito y nos ayuda en la difícil tarea de jugar un doble rol, el de
líder y cliente/usuario, de nuestro proyecto de vida.
Adicionalmente, nos ayuda a ser más selectivos con los proyectos
o acciones que nos proponemos desarrollar, cuestionándonos si efectivamente aportan a nuestra visión, lo que se parece bastante a la gestión de cartera
de una organización.
Para ponerlo en términos técnicos, el Coaching en una
herramienta estratégica que nos permite alinear, a nivel personal, nuestros
proyectos con la visión de mediano o largo plazo que tenemos sobre nosotros
mismos. Durante el proceso, a través de la observación y las preguntas que nos
hacemos, levantamos nuestros requerimientos y expectativas, definimos nuestras
necesidades y objetivos, elaboramos y ejecutamos planes de acción y los
monitoreamos, todo esto en el marco de lo que queremos ser una vez hayamos
transitado del famoso punto A al B.
Desde la profesión
En mi trabajo diario, como líder de proyecto y facilitador,
he ido incorporando las pocas herramientas que he adquirido hasta ahora para
mejorar mi desempeño. He agudizado mi poder de observación y escucha, para
entender y no para responder, con mis colaboradores y con los jóvenes con
quienes comparto conocimiento.
El Coaching nos ayuda a poner en práctica aquello, de lo que
ya hemos conversado con anterioridad, de preguntar en vez de suponer. Lo que
nos permite conocer la visión y las expectativas de quienes trabajan a nuestro
lado y del resto de los stakeholders, sobre el proyecto o las actividades que
estamos realizando.
Aun me queda mucho que aprender para convertirme en un coach
profesional, lo que si les puedo decir es que hasta el momento solo he tenido
beneficios de esta nueva herramienta. A pesar de que en un inicio se
experimenta confusión y constantemente comenzamos a cuestionarnos todo, de
esta crisis inicial solo puede salir una persona con una mayor claridad de
hacia dónde quiere ir, los proyectos que quiere desarrollar y una mayor
posibilidad de éxito y de ser feliz.
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