Al igual que decir que NO, pareciera ser un pecado en el mundo de las organizaciones y en el de la gerencia de proyectos, existe otra declaración que en mi experiencia tampoco es muy bien vista, decir NO SÉ. Y me pregunto ¿Es que acaso la ignorancia tiene cabida en un mundo de supuestos expertos?
Luego de acumular certificaciones, grados académicos y años de experiencia laboral, aceptar que hay cosas que no sabemos parece ser una afrenta que nos deja muy mal parados ante nuestros clientes, superiores y colaboradores y ni hablar de nuestro ego. Frases, que he escuchado muchas veces, como “si no sabes, inventa” o “no importa que no sepas, mientras aparentes lo contrario” dan cuenta de ese tabú que implica aceptar nuestra ignorancia.
La percepción de que el líder o gerente de proyectos es un “súper héroe”, que como ya he comentado, no solo es capaz de resolver todos los problemas, sino que además tiene todas las respuestas, alimenta la negativa a declarar que por más que podamos saber no somos capaces de dominar todo el conocimiento disponible, y menos en una época en la que este se genera constantemente.
De cara a nuestros colaboradores, el que estos declaren no
saber pareciera en muchos casos impensable, en un sistema, originado en el hogar y reforzado en la escuela, en el que la
ignorancia tiene un alto costo. Al
final del día aún muchos piensan que “se
nos paga por y para que sepamos”.
La declaración de ignorancia, que efectivamente tiene sus
costos, es, como sostienen Rafael Echeverría, la puerta de entrada al aprendizaje. En palabras de este autor “la
declaración NO SÉ representa una de
las fuerzas motrices más poderosas en el proceso de transformación personal y
de creación de quiénes somos”.
Desde las posiciones de liderazgo, el pensar que declarar que
no sabemos nos desacredita ante nuestro equipo, nos lleva a desaprovechar la oportunidad de aprender
de cada una de las personas que lo conforman. Por otro lado, el presentarnos
como el líder o gerente que todo lo sabe limita
la posibilidad de que los miembros del equipo asuman responsabilidades,
depositándolas en nosotros y dificultando su
empoderamiento.
Para un profesional de la gestión de proyectos que está
comenzando, negar su ignorancia le cierra las puertas al aprendizaje, obstaculizando su crecimiento profesional.
Para el equipo en su conjunto se ven limitadas las posibilidades de crecimiento
y maduración, en un ambiente de “expertos” las
personas tienen miedo a exponerse al juicio de los otros, no experimentan
ni toman riesgos, el error es penado y se desaprovechan las lecciones que
podemos obtener de él.
Por más experimentados que podamos ser, siempre habrá algo que podemos aprender, hasta de aquellos
colaboradores que apenas comienzan a transitar su camino en la gerencia de
proyectos, al igual que pasa en cualquier otro ámbito de nuestras vidas. Hace un
tiempo la aplicación LinkedIN catalogó mi perfil en esta red como el de un
experto, este hecho me hizo reflexionar,
y aún entendiendo lo que este tipo de reconocimientos podría significar en
nuestras comunidades profesionales, concluí que en el único momento en que
podría considerarme como tal es justo antes de pasar a otro plano, es solo en ese instante en el que nuestras
posibilidades de aprendizaje se han agotado, desde entonces me he declarado
un eterno aprendiz.
¿Y ustedes cómo se
consideran?
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