Si tuviésemos la oportunidad de revisar los planes de gestión
de riesgos de todos los proyectos que se estaban ejecutando o cuyo arranque estaba
programado para estos días antes de ser declarada la pandemia y la emergencia
mundial, causada por el coronavirus,
me atrevería a apostar que en ninguno, o muy pocos de estos documentos y
matrices, está contemplada una situación similar. Este “cisne negro” ha trastornado nuestras vidas, y la de aquellos que
lamentablemente han fallecido, la economía y por supuesto todas las iniciativas
que se encontraban en marcha.
El mundo parece complejizarse cada vez más y la capacidad de adaptarnos a hechos que
no somos capaces de prever se convertirá en nuestra mejor arma para enfrentar
la incertidumbre. Cabe preguntarnos entonces ¿Si sigue teniendo sentido
intentar proyectar el futuro “predecirlo” cuando la realidad nos da muestras,
cada vez más frecuentes, de que nuestras ecuaciones y modelos no contemplan
variables que lo impactan de manera brutal?
Desde la profesión, el enfoque predictivo parece estar en
crisis, la transformación digital, el cambio cada vez más acelerado y entornos
más complejos suman argumentos al coro de quienes han criticado estos marcos de
trabajo por ser “burocráticos” y “poco
ágiles” en dar respuestas y crear valor a clientes que están, ellos
también, en constante transformación.
Sin embargo, en mi opinión los marcos de trabajo predictivos
aún están vigentes, los he visto funcionar y agregar valor en los últimos
tiempos, siendo aplicados a la solución de problemas para los que siguen constituyendo la mejor opción. Pienso
que la discusión común y ya muchas veces cacareada que pone a los marcos
predictivos y adaptativos enfrentados, como alternativas mutuamente excluyentes,
nunca ha tenido sentido. Si el método predictivo está efectivamente en crisis,
esta es una oportunidad para que quienes formamos parte de la profesión, del
presente y el futuro, nos preguntemos, y respondamos, cómo este se puede adaptar mejor al cambio y seguir siendo una de
las herramientas de trabajo con que contamos para transformar nuestras vidas y
generar mayor bienestar.
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Definitivamente debemos adaptarnos. Debemos hacerlo muy rápido, siendo esta adaptación el primer ladrillo de construcción de una transformación profunda, donde todo lo que tenemos proyectado desarrollar deberá ajustarse a nuevas variables que serán determinantes en el éxito de cada proyecto sea este profesional o personal.
ResponderEliminarHoy tenemos la oportunidad de poner en práctica nuestro ingenio con la finalidad de reinventarnos bajo nuestras propias reglas.
Está iniciando un nuevo mercado, donde los océanos azules se expandirán abriendo espacio para que naveguen nuevos emprendimientos con una conciencia renovada que le darán un "valor" distinto a la oferta de productos y servicios, ofreciendo un bienestar tangible al consumidor.
Marco, mi estimado hermano, muchas gracias por el comentario. En efecto, estamos ante una transformación muy profunda no solo de la manera en como gestionamos negocios y proyectos, también nuestras vidas.
EliminarY en este marco la capacidad de adaptarnos, de ser flexibles para enfrentar la complejidad, y en muchos casos el caos, es una herramienta fundamental. En lo particular pienso que nuestro país nos ha mantenido en entrenamiento constante en estos últimos años, afinando esas capacidades en nosotros.
Enfrentarnos a estas nuevas circunstancias, y a las que irán apareciendo en el futuro, pondrán a prueba ese entrenamiento y nuestras capacidades para innovar y crear en espacios inexplorados y llenos de oportunidad para, como bien dices, ofrecer más bienestar a los consumidores y a la sociedad en general.
Un abrazo!