Lo primero que todo emprendedor debe hacer cuando se le ocurre una idea de negocio es VALIDARLA, muchas páginas se han escrito sobre este tema, pero, parecieran no ser suficientes ante el frecuente optimismo excesivo, es imposible que a mi idea no le vaya bien, el cual empeora cuando nuestro sesgo de confirmación nos lleva, además, a prestar atención solo a aquellas voces que nos aúpan y a desestimar las que nos advierten sobre los posibles riesgos.
Y es precisamente esa validación la que se realiza en las fases preliminares, también conocidas como de arranque, pre y factibilidad o de formulación y evaluación del proyecto y que tienen como resultado principal el plan de negocio.
Este documento recoge:
1.- El análisis realizado sobre los elementos comerciales o de mercado de la idea, respondiendo a preguntas como: ¿quiénes serán los clientes potenciales? ¿Existe mercado y cuál es su tamaño? ¿Quiénes son los posibles competidores? ¿Existen barreras a la entrada y salida del mercado? ¿Cuál es el precio de mercado de los productos sustitutos? Entre otros muchos datos fundamentales para identificar el nicho de mercado y desarrollar una oferta de valor diferenciada.
2.- El análisis técnico que permite establecer la localización, las maquinarias, equipos, insumos y demás recursos y la organización necesaria para darle vida a la idea de negocio, creando y comercializando un producto o servicio.
3.- El análisis económico financiero en el que se estima, en base a la información de los estudios anteriores, la inversión inicial y se proyectan los ingresos y egresos estimados, determinándose las necesidades y formas de financiamiento así como el plan de sostenibilidad del negocio.
Y finalmente, la evaluación financiera que consiste en calcular variables, en incluso desarrollar escenarios incluyendo los peores posibles, que permitan tomar una decisión de inversión con la mayor y mejor información posible, en un entorno y un momento del proyecto en el que la incertidumbre es alta.
Según los datos del Monitor Global de Emprendimiento, GEM por sus siglas en inglés, en el año 2020 los países latinoamericanos que participaron en el estudio tenían una TEA promedio, la tasa de actividad emprendedora que mide el porcentaje de personas entre los 18 y 64 años que están llevando adelante un negocio con hasta 3,5 años de vida, de 27%, pero, la tasa de negocios establecidos, aquellos que superan este lapso de tiempo, fue solo del 6,9% para los mismos países.
Estos datos evidencian la naturaleza riesgosa de la actividad emprendedora y las altas tasas de mortalidad asociadas, lo que, en mi opinión, hace más relevante no desestimar el análisis y todo el trabajo que se realiza en las etapas preliminares del ciclo del proyecto.
A la hora de emprender un negocio tenemos inclinación a mirar solo a los ganadores y a pensar, incluso en contra de las probabilidades, que formaremos parte de ese pequeño grupo de afortunados. Esta creencia puede jugarnos en contra, hacernos pensar que no necesitamos validar nuestra idea porque nos irá bien por definición o como escuché una vez “porque a los demás les va bien sin hacer estudios de mercado” y llevarnos a incrementar el riesgo, ya existente, sobre nuestros recursos escasos, nuestro dinero.
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Gran información
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