En el artículo incentiva la confianza en el equipo de proyecto, les comenté sobre las ventajas que tiene contar con un alto nivel de
capital social positivo entre quienes lo integran. Sin embargo, dejé de lado un
beneficio que aplica no solo al equipo, sino al proyecto en general y en
particular a la gestión de los stakeholders, la posibilidad de evitar que surja
el capital social negativo o perverso.
El capital social negativo se define como aquellas redes de
confianza que se establecen entre pequeños grupos para tratar de capturar los
beneficios de un proyecto o política, en contra del cumplimiento de los
objetivos y del bienestar colectivo. Una de las consecuencias más graves de que
se presente este tipo de capital es que incentiva la corrupción.
Alrededor de intereses comunes varios stakeholders pueden aliarse para beneficiarse del proyecto. Imaginemos por ejemplo a un oponente con
un alto nivel de influencia que coluda con una institución pública, de la que
depende un permiso para que la iniciativa se lleve a cabo (alta importancia) logrando
que este no se expida, paralizando la ejecución, lo que podría dejar sin la
provisión de un bien o servicio a un grupo de consumidores o beneficiarios que
mejorarían su calidad de vida a través de este.
O que decir del departamento o gerencia dentro de una
organización que percibe en un proyecto de cambio de procesos una amenaza para
su estabilidad laboral y hace todo lo posible para boicotearlo, a costa de la
eficiencia de la institución. Y hasta dentro de un equipo de proyecto, aquellos
miembros que por determinada razón y apostando a su beneficio, acuerdan no
realizar su trabajo para desacreditar al líder.
Seguramente todos ustedes han sido testigos de una de estas
situaciones o alguna similar. En algunos casos hasta quienes deberían ser
aliados del proyecto lo perciben como una amenaza y se agrupan para actuar en
su contra, imponiéndose el comportamiento, ¿natural o aprendido?, que nos lleva
a establecer relaciones suma cero, aun cuando entendemos que a través de la
cooperación todos nos beneficiamos.
Para evitar la aparición de este tipo de acuerdos aislados entre
stakeholders es fundamental que construyamos relaciones de confianza
generalizada, con los aliados, los indiferentes e intentemos hacerlo con los
oponentes del proyecto. A través de la comunicación clara de los objetivos, de
mostrar a cada uno de los actores cómo se beneficia por el desarrollo del proyecto y por último, pero no menos importante, incentivando la participación activa en el
desarrollo de la iniciativa, podemos generar un mayor capital social positivo y
minimizar el riesgo de que se creen redes perversas que intente apropiarse de
un mayor beneficios, dejando al resto de los actores de lado.
Cuando formulemos un proyecto no olvidemos entonces tomar en cuenta al capital
social positivo en nuestro plan de gestión de stakeholders, así como tampoco
omitamos al capital social negativo de nuestro plan de gestión del riesgo.
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