El manejo de la cartera de
proyectos implica entre otras cosas el arte de elegir entre un conjunto de
alternativas, aquellas a las que le asignaremos recursos escasos, con la
finalidad de maximizarlos y de avanzar un paso más hacia la visión estratégica
de la organización.
Todos los individuos y las
organizaciones nos enfrentamos al dilema de la elección, viéndonos obligados a
evaluar concienzudamente cada una de nuestras decisiones, para no malgastar los
pocos recursos con los que contamos, asumiendo además el costo de oportunidad
de la alternativa que dejamos de lado.
Cuando hablamos del manejo de una
cartera de proyectos de inversión, una vez que se han elegido las iniciativas, validando su alineación con la estrategia de la organización que los desarrollará, se cuenta con
un conjunto de indicadores, como los financieros y de mercado, que permiten
establecer un orden o jerarquía para la ejecución.
Pero si hablamos de proyectos de
desarrollo, la gestión de la cartera se hace más compleja, tomando en cuenta
las particularidades de estas iniciativas y el esfuerzo que implica evaluarlas.
Este problema se agrava si tomamos en cuenta que la mayoría de las
organizaciones que desarrollan proyectos sociales son sin fines de lucro,
asociaciones civiles u ong’s, que por lo general no cuentan con los recursos
suficientes para sostener una estructura encargada de seleccionar y evaluar los
proyectos, en función de garantizar la sostenibilidad a lo largo del tiempo.
Revisando el libro Formulación y Gestión de Microproyectos de Desarrollo, escrito por Irene Horejs, encontré un
conjunto de recomendaciones útiles a la hora de gestionar una cartera de
proyectos sociales, en lo referente a la elección y jerarquización de las alternativas, más aun si no contamos con una gran cantidad de recursos:
1.- ¿Cuál es el aporte del proyecto a la estrategia global de
desarrollo?
Todo proyecto social está
circunscrito a una estrategia de desarrollo, por ejemplo promover el emprendimiento,
el empoderamiento de la mujer, mejorar la productividad agrícola, incrementar la
participación política, etc., en este sentido debemos elegir proyectos y organizar nuestra cartera dándole prioridad a aquellas iniciativas que aporten más al
tránsito entre la situación diagnosticada o actual y la situación deseada.
2.- ¿Es urgente desarrollar el proyecto?
Tomar en cuenta cuán importante
puede ser para determina comunidad la provisión de un bien o servicio social,
es otro de los criterios que debemos contemplar a la hora de gestionar nuestra
cartera de proyectos. Supongamos por ejemplo, que debemos establecer
prioridades entre desarrollar una campaña de vacunación de niños en situación
de riesgo y un taller de capacitación para el manejo de residuos, queda claro
que, aunque ambos proyectos son importantes para la salud de la comunidad, el
primero es urgente, al depender de él la vida de personas, por lo que debe
encabezar el orden de ejecución.
3.- ¿Se pueden lograr los resultados esperados con un menor esfuerzo?
Parafraseando al economista Dani
Rodrik debemos elegir darle prioridad a aquellos proyectos que nos permitan “convertir
centavos de inversión en pesos de resultados”. Dado que contamos con recursos
escasos debemos hacer un uso eficiente de estos, garantizando el mejor
resultado posible.
Aquellos proyectos cuya inversión
sea superada ampliamente por los resultados esperados, definitivamente deberán
ocupar los primeros lugares en nuestro orden de prioridades.
4.- ¿Podemos atraer voluntades con el proyecto?
Como hemos comentado con
anterioridad el éxito de un proyecto de desarrollo depende en gran medida de la
participación activa de los actores involucrados y en particular de los
beneficiarios directos. La capacidad que tenga el proyecto para sumar
voluntades es un factor importante a la hora de gestionar nuestra cartera y
establecer prioridades.
Si sabemos de antemano que por
razones, que pueden ser culturales, religiosas, políticas o de cualquier otra
índole, el proyecto no será capaz de incorporar a los actores, este debe ser
descartado, ya que nos será imposible lograr los objetivos y malgastaremos los
recursos.
5.- ¿Ejecutar el proyecto nos ayuda a resolver otros problemas?
Debemos dar prioridad en nuestra
cartera de proyectos a aquellas iniciativas que generen externalidades positivas y
contribuyan en la solución de otras problemáticas.
6.- ¿Existen entidades interesadas en financiar el proyecto?
Finalmente, para seleccionar y
organizar los proyectos de nuestra cartera debemos tener en cuenta las
facilidades y posibilidades de financiamiento.
En este sentido debemos elegir
iniciativas que se correspondan con la óptica de los financistas disponibles.
Adicionalmente a estos criterios
las organizaciones sin fines de lucro también deben asegurarse de que los
proyectos que conformen su cartera y el orden o jerarquía de esta, esté en
función de sus lineamientos estratégicos y
contribuya con el logro de su visión a largo plazo.
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