La gestión de proyectos y el valor de marca

 


¿Contratarían la gestión de sus proyectos a una empresa reconocida por entregar con retraso, modificar el alcance del producto y excederse de lo presupuestado, tomando en cuenta además que sus servicios son más costosos que la media del mercado? La respuesta, al menos racional, es no.

En un mundo competitivo y en crisis, una empresa con estas características perdería terreno a una velocidad inversamente proporcional al tamaño de las barreras de entrada en su sector. Y es en este punto donde invertir en la profesionalización de la gestión de proyectos, más allá de sus beneficios ya conocidos, se convierte en un mecanismo diferenciador que podría permitirle a una empresa, basado en los resultados obtenidos, posicionarse como un jugador clave en su mercado.

Comparto con ustedes un ejemplo: la empresa de unas personas cercanas, cuyo sector de actividad me reservaré, presta el servicio de gestionar proyectos para sus clientes, en el último año han visto aparecer en su mercado a un sin número de competidores que sin la necesidad de contar con la estructura empresarial que ellos han establecido y en la que tienen trabajando cerca de 20 años, los han venido desplazando, incluso arrebatándoles clientes que tradicionalmente estaban en su cartera.

¿Cuál es el problema de esta empresa? Que la gestión que hacen de los proyectos de sus clientes, su principal servicio, no es profesional, la informalidad llega a tal punto que ni siquiera existen contratos y los acuerdos se realizan de palabra “porque siempre lo hemos hecho de esta manera”, como consecuencia se presentan situaciones como la comentada en el primer párrafo del post.

Aunque los clientes, por lo general, no están interesados en los procesos sí lo están en que les entreguemos sus productos a tiempo, con las características y el costo acordados y si esto último sucede contaremos seguramente con embajadores de marca que nos recomendarán y el costo de nuestros servicios pasarán a un segundo plano, tomando en cuenta nuestra capacidad de cumplir con lo que prometemos.

En caso contrario tendremos que asumir el impacto en la reputación de nuestra marca y el costo asociado que puede traducirse en el achicamiento de nuestra cuota de mercado incluso poniendo en riesgo la supervivencia del negocio.

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